viernes, 2 de mayo de 2025

La virtud del orden


Sostuvo el pensador chino Mencio hacia el siglo tercero antes de Cristo que "el orden del mundo comienza con por orden de las familias y el orden de las familias comienza por el orden de uno mismo", una invitación a la autodisciplina y la estructura que resuena con otras como "quien no ordena su alma con virtud y conocimiento, no puede ordenar su hogar, y sin un hogar ordenado, la comunidad cae en desorden." (Al-Ghazali) o "la rectitud del hombre en su interior establece la justicia en su familia, y la justicia en las familias construye la armonía del Estado" (Averroes).

En toda época, la virtud del orden ha sido el cimiento fundamental que sostiene sociedades prósperas y armoniosas. El orden en la Antigua Roma, fue considerado indispensable para mantener el control de las legiones, la organización del imperio, el respeto por la lex y la jerarquía social; cabe recordar que todo soldado era además un ingeniero civil, constructor de campamentos militares, navíos, catapultas, puentes, caminos, calzadas y acueductos, muchos de los cuales se mantienen vigentes hasta hoy en día como testimonio de su alto orden civilizacional. En el antiguo Egipto, la virtud del orden fue encarnada por la diosa Ma'at, representación de la armonía, el equilibrio y la justicia cósmica, principios esenciales a ser replicados en la sociedad y la vida personal, guiando las acciones íntegras del faraón y de los ciudadanos. Su opuesto, Isfet, "el caos", representaba en cambio todo lo despreciable para aquella sociedad: la injusticia, la inmoralidad, el desorden. Vivir según Ma'at aseguraba estabilidad y prosperidad en esta vida y en la otra.

Para el mundo cristiano, el orden es indisociable de Dios, su propia manifestación. Sostuvo San Agustín de Hipona en De Civitate Dei y De Ordine que "todo lo creado tiene un propósito dentro del plan divino"; "el universo está ordenado jerárquicamente: Dios como fuente de todo orden, seguido por los ángeles, los seres humanos y las demás criaturas"; "el pecado introduce el desorden y la gracia divina lo restaura". Aristotélico y escolástico, Santo Tomás de Aquino distinguió entre el orden natural (las leyes cósmicas) y el moral (las acciones humanas orientadas al bien común), menciona también la jerarquía del ser: "desde Dios (el ser perfecto) hasta la materia inanimada, cada ser actúa según su naturaleza para mantener la armonía universal"; "el desorden surge cuando las criaturas se desvían de su fin natural, pero la naturaleza divina siempre dirige todo hacia el bien último".

Reza un viejo dicho alemán que "el orden es la mitad de la vida", "el alma de los negocios" clama la cultura hispánica, que también popularizó la frase: "cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa""Seiri, seiton, seiso, seiketsu, shitsuke" (Clasificar, ordenar, limpiar, estandarizar, disciplinar), es el clásico 5S de la cultura industrial japonesa: visión metodológica que fomenta la organización, la productividad, la eficiencia, la seguridad y la calidad en el buen trabajo. De lo anterior, podemos concluir que el orden es una disposición mental y espiritual, indispensable para orientar y reorientar la vida, trabajar con disciplina, desprenderse de lo innecesario, encontrar el equilibrio y procurar el buen vivir en sociedad y que independiente de las culturas y de las épocas, donde miremos, el orden ha sido destacado como virtud práctica y un hábito vital que cultiva la serenidad y el propósito, es la esencia misma detrás de la belleza, la justicia, la paz, la armonía, la satisfacción y el éxito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario