Sobre Miguel Serrano, escribí hace ya un buen tiempo una breve columna que tributa su legado y singular percepción del mundo, afín a las alegorías y a la épica de otros tiempos, consagradas en las creencias, códigos y misterios de milenarias culturas (hinduista, celta, germánica, nativo americana) puestos en jaque por el avance del mecanicismo y los dogmas de la ciencia moderna.
Miguel Serrano -si bien no el único- fue el más noble exponente del tradicionalismo desde Chile y el Sur Austral, una concepción y misión de vida que sobrepasa por mucho (a mi parecer) las lides del "nazismo esotérico" en el cual tienden a encasillarlo sus sempiternos adversarios y aquellos que no comprenden ni comprenderán jamás el cometido de sus escritos, señalados a erguir al nuevo hombre y mujer que emergerá entre los remanentes de una cada vez más estropeada civilización occidental que apura su colapso. De esto trata en gran medida "Palabra de Miguel", obra concluida en 2023 y recientemente publicada por la editorial patriótica ICP Ediciones.
En "Palabra de Miguel", el economista Miguel Serrano Rosselot (amigo personal e hijo del gran escritor y diplomático chileno fallecido en 2009) perfila magistralmente las memorias y experiencias de Miguel Serrano Fernández en su increíble periplo por los hielos eternos en 1948, acompañando la expedición de la fragata Covadonga perteneciente a la Armada de Chile, viaje que puede ser definido como una misión de reconocimiento dual, con incidencias en el mundo tangible y en el metafísico o sobrenatural también.
En el plano tangible, se trató de un viaje de reconocimiento de la Armada de Chile en búsqueda de un lugar propicio para instalar una nueva base de investigación para el país; he aquí el origen de la Base General Bernardo O'Higgins, embajada física de nuestro país en el continente blanco. En paralelo, el genial escritor viajó con otra misión en mente: reconocer los parajes míticos de los magos selk'nam y entablar contacto con sus dioses transmutados en montañas nevadas y en el silencio sepulcral del infinito, más patente aquí que en otros puntos geográficos del planeta; en definitiva Serrano viajó investido con la solemnidad de un embajador del plano cosmogónico/espiritual, un iniciado en un viaje iniciático, que al decir de Miguel Serrano Rosselot: "buscó la Ciudad de los Inmortales, la cual está abierta sólo para unos pocos, que la encuentran por otros medios; con los ojos del alma, con el espíritu que los selk'nam llaman Huaiyunhuén".
"Palabra de Miguel" es un libro fascinante, de rápida lectura. Es posible imaginar a lo largo de sus páginas las peripecias vividas por aquel puñado de valientes chilenos que se lanzaron en una misión patriótica a lo desconocido, con incierto final y riesgo de perder sus vidas, pero más llamativo que lo anterior incluso son las cavilaciones de Miguel Serrano sobre lo incognoscible, lo eterno y lo perdido. 120 páginas de pura magia donde Serrano Fernández y Serrano Rosselot funden su verbo para dar vida a un solo Miguel Serrano, terrenal y etéreo, súrdico, austral y chileno.