Hoy 2 de enero de 2016 se cumplen 96 años del nacimiento del gran escritor norteamericano Isaac Asimov, el bioquímico de origen judío-ruso quien junto con Philip K. Dick fue uno de los más geniales escritores de ciencia ficción que nos regalara el siglo XX y en lo que a mi concierne, uno de los mejores historiadores que he leído jamás.
Hacia el año 2012 o 2013 comencé a interesarme por la obra de Asimov, gracias a la intervención de mi amigo Salomón Ruz, pues de no ser por él probablemente jamás me hubiera enterado de que más allá de ser el genio e imaginativo escritor (su CI era de 160, es decir 60 puntos sobre la media) detrás de grandes obras literarias como "Yo, Robot" (1950), "Robots e Imperio" (1985), "Azazel" (1988), "El Hombre Bicentenario" (1976) y "Némesis" (1989) -algunas de las cuales fueron llevadas con gran éxito al cine- Asimov desarrolló también una voluminosa colección sobre historia universal que inicia desde el génesis de las civilizaciones con "Cercano Oriente" (1968), "Los Egipcios" (1971), "Los Griegos" (1965) y "República Romana" (1966) y termina con la formación de los Estados Unidos y la Primera Guerra Mundial. Así mismo escribió obras de divulgación científica muy accesibles como "Breve Historia de la Química" (1965) y "El Universo" (1971), dejando entrever en sus ensayos la posibilidad de vida en otros planetas.
Como amante de la historia aplaudo en Asimov su justo trato a la religión como parte inherente de la política en las diferentes civilizaciones (algo connatural en él, un férreo ateo) desmitificando al cristianismo como constructo romano y más bien bizantino de la mano de Constantino el Grande (siglo II d.C.), misma cuestión para el judaísmo -su religión familiar y étnica- a la que alude como plagio de la tradición asirio-babilónica, en toda su carga política, legalista y religiosa. Dueño de un talento renacentista, no resulta tampoco extraño que Asimov lograra vaticinar desde la llegada de Internet y la revolución de las comunicaciones hasta el más remoto futuro (donde el protagonismo pasará finalmente del hombre a las máquinas inteligentes o robots), pues lejos de ser un oráculo, se documentaba, comprendía y estudiaba los cambios como un lógico continuum de los hechos históricos por el bien conocidos, tal como un siglo antes hizo la figura de Julio Verne.
Isaac Asimov es la máxima aspiración del genio humano, ni filósofo ni iluminado, más bien un completo autodidacta. Una mente negada a la superstición, pero abierta en cambio al gran caudal del conocimiento por el cual fluye en vía libre el combustible intelectual de tantos buscadores e inconformistas. Es mi sugerencia que ustedes también lo descubran y consulten su vasta bibliografía disponible en Internet, como soporte de estudio, fuente de conocimiento, abstracción futurista o simple lectura reflexiva.
Hacia el año 2012 o 2013 comencé a interesarme por la obra de Asimov, gracias a la intervención de mi amigo Salomón Ruz, pues de no ser por él probablemente jamás me hubiera enterado de que más allá de ser el genio e imaginativo escritor (su CI era de 160, es decir 60 puntos sobre la media) detrás de grandes obras literarias como "Yo, Robot" (1950), "Robots e Imperio" (1985), "Azazel" (1988), "El Hombre Bicentenario" (1976) y "Némesis" (1989) -algunas de las cuales fueron llevadas con gran éxito al cine- Asimov desarrolló también una voluminosa colección sobre historia universal que inicia desde el génesis de las civilizaciones con "Cercano Oriente" (1968), "Los Egipcios" (1971), "Los Griegos" (1965) y "República Romana" (1966) y termina con la formación de los Estados Unidos y la Primera Guerra Mundial. Así mismo escribió obras de divulgación científica muy accesibles como "Breve Historia de la Química" (1965) y "El Universo" (1971), dejando entrever en sus ensayos la posibilidad de vida en otros planetas.
Como amante de la historia aplaudo en Asimov su justo trato a la religión como parte inherente de la política en las diferentes civilizaciones (algo connatural en él, un férreo ateo) desmitificando al cristianismo como constructo romano y más bien bizantino de la mano de Constantino el Grande (siglo II d.C.), misma cuestión para el judaísmo -su religión familiar y étnica- a la que alude como plagio de la tradición asirio-babilónica, en toda su carga política, legalista y religiosa. Dueño de un talento renacentista, no resulta tampoco extraño que Asimov lograra vaticinar desde la llegada de Internet y la revolución de las comunicaciones hasta el más remoto futuro (donde el protagonismo pasará finalmente del hombre a las máquinas inteligentes o robots), pues lejos de ser un oráculo, se documentaba, comprendía y estudiaba los cambios como un lógico continuum de los hechos históricos por el bien conocidos, tal como un siglo antes hizo la figura de Julio Verne.
Isaac Asimov es la máxima aspiración del genio humano, ni filósofo ni iluminado, más bien un completo autodidacta. Una mente negada a la superstición, pero abierta en cambio al gran caudal del conocimiento por el cual fluye en vía libre el combustible intelectual de tantos buscadores e inconformistas. Es mi sugerencia que ustedes también lo descubran y consulten su vasta bibliografía disponible en Internet, como soporte de estudio, fuente de conocimiento, abstracción futurista o simple lectura reflexiva.